POR: ISMAEL BATISTA==

Cuando el órgano afectado es el corazón, se produce el infarto al
miocardio, cuyo evento provoca una sintomatológica clínica dramática, que de activarse las medidas
terapéuticas oportuna y adecuada, el evento puede ser superado y evitar el
fallecimiento del paciente en el acto.
En el primero de los casos, el miocardio o músculo cardiaco inicia un
proceso fisiológico con la intención de
compensar la función del área del corazón infartada o necrosada. Es lo que en
cardiología se denomina remodelaje
ventricular, cuya génesis estará enmarcada en uno de los dos ventrículos a
cavidades del corazón donde ocurrió el evento.
Este proceso, de remodelaje ventricular, que en principio parece cumplir
una función fisiológica, en cambio, según avanza el proceso termina siendo con el paso inexorable del tiempo un elemento
deletéreo para la función cardiaca.
Deterioro funcional que tiene relación
directamente proporcional con el porcentaje del tejido del músculo cardiaco
infartado y la intensidad de cuadro clínico en el momento de presentarse el
evento.
De tal modo que, el paciente que sufrió un infarto, estará marcado para siempre en el discurrir
cotidiano de su vida, –calidad de vida-,
así como también en la supervivencia, -tiempo de vida- Es decir, el individuo que tuvo un ataque
cardiaco consecuentemente tendrá una vida perturbada y la posibilidad de fallecer en un tiempo predictible. Criterios avalados por muchos estudios.
De modo, pues, que el ataque al corazón, además de ser la principal
causa de mortalidad por causa cardiovascular en el planeta tierra, también es,
una causa de muerte prematura en el adulto, tanto en sus presentaciones clínicas
agudas como en la crónica.
Es decir, que si el infarto no
causa la muerte en la fase aguda la causará, producto de las
complicaciones subsecuentes, en la fase tardía. Por eso en la fase crónica
existe una expectativa de mortalidad a un año
relacionadas con la presentación clínica del evento: grado I, 2 %, grado
II, de 5-15 %, grado III, de 40 % y grado
IV, del 60 %.
Entonces, ante este panorama catastrófico para la vida y la salud de los
seres humanos, es impostergable el inicio, por parte de la población y las
personas individuales, de prácticas cotidianas que conduzcan a la prevención
del infarto al miocardio. Es sencillo y económico: dietas saludables,
ejercicios rutinarios, control de la presión arterial, mantener niveles
normales de colesterol y glicemia-azúcar- en la sangre, uso moderado de bebidas
alcohólicas. No fumar.
El autor es: Medico
cardiólogo.
www.realidadesdepedernales.com
0 comentarios:
Publicar un comentario